sábado, 19 de noviembre de 2016

Sexo y Moral en la España de Felipe IV

Nada mejor que analizar la sexualidad de la España de la época de los Austrias para comprobar la doble moral que siempre ha existido en torno al sexo...  y es que a pesar de la estricta y férrea moral sexual pregonada por la Iglesia contrareformista y exaltada por la propaganda del reino, si por algo destaca la España de la Edad Moderna es por su inmoralidad y por la escandalosa corrupción de costumbres, especialmente entre las capas sociales más distinguidas, incluida ¡cómo no! la propia casa real.

Por lo que según que fuentes consultemos podemos llevarnos dos imágenes muy distintas de una misma sociedad: Por un lado tenemos a la Iglesia Católica, que no dudó en desplegar todas sus armas para controlar la moral sexual de los ciudadanos y someterlos a un puritanismo que desterrase toda clase de vicios pero también cualquier visión de una sexualidad positiva. Así no nos debe extrañar la abundancia de referencias sexuales en todo tipo de documentos eclesiásticos: en sermones, instrucciones para confesores, libros de espiritualidad,...

 Si por algo destaca la España de la Edad Moderna es por su inmoralidad y por la escandalosa corrupción de costumbres.


Y una de las mejores herramientas con las que contó la Iglesia para imponer su severa moral sexual fue la Inquisición, auténtico brazo armado, que no dudó en utilizar cruelmente, y casi siempre contra los sectores más desfavorecidos de la sociedad para reprimir cualquier atisbo de desviación sexual de la norma, por lo que la fornicación o el adulterio vistos como algo normal entre el pueblo llano pronto fueron objeto de duros castigos.

Pero por otro lado, si analizamos la literatura popular o algunos documentos judiciales podemos observar la otra España, que vivía bajo una sensualidad desenfrenada, donde la corrupción de las "buenas costumbres" era cosa habitual, donde el sexo, la sexualidad y el erotismo estaban muy presentes en la muy católica y recatada España....

Y si hemos decidido titular este post así es porque precisamente durante el reinado de Felipe IV (1606-1665) es cuando esta doble moralidad es más evidente, ya que durante su gobierno se produjo un cierto relajamiento en las costumbres aunque el peso de la moral impuesto por la Iglesia seguía rigiendo la vida del pueblo llano. Un período donde los círculos cortesanos disfrutaron de una vida licenciosa mientras la Inquisición no dudaba en condenar por esas mismas acciones a cualquier otro elemento de la sociedad.

Retrato de Felipe IV, Diego de Velázquez (1623).
Museo del Prado.

Durante el reinado de Felipe IV  es cuando esta doble moralidad es más evidente.


Moralidad Estratificada

La primera característica que podemos destacar de la sexualidad de esta época es que no deja de ser un reflejo de su sociedad, ya que el concepto de pecado, o mejor dicho, la gravedad de la falta cometida era juzgada de manera muy diferente según a que grupo social perteneciese el infractor.  Las clases elevadas gozaban de cierta permisividad ante algunos comportamientos sin que la menor sombra de sospecha o culpabilidad se cerniese sobre estos hombres.

El mejor ejemplo de ello son los numerosos hijos bastardos que toda familia noble poseía, es decir, hijos nacidos fuera del matrimonio y que en muchos casos eran reconocidos oficialmente sin ningún rubor.

Retrato atribuido a La Calderona.
Museo de las Descalzas (Madrid).
También son numerosos los testimonios existentes sobre la lujuria y avidez sexual de lo más granado de la sociedad, distinguidos personajes que no dudaban en flirtear con damas de dudosa reputación en prostíbulos, teatros o tabernas. Y sin duda, el mejor representante de esta situación, no podía ser otro que el mismísimo rey Felipe IV, cuyo desenfreno sexual alcanzó niveles alarmantes: Tuvo hasta 30 hijos bastardos, mantuvo relaciones con mujeres de toda clase y condición, siendo su romance más sonado el que mantuvo con la actriz 'La Calderona', fruto del cuál nació don Juan José de Austria, el único hijo bastardo del rey reconocido.

En cambio, el pueblo llano sufría el rigor de la más estricta moral católica, o al menos así los intentaban aplicar las autoridades tanto civiles como eclesiásticas.


Doncellas y virginidad.

Para la mentalidad de la época el bien más preciado en una mujer era su virtud, por lo que cualquier dama que quisiese mantener su honra intacta debía rechazar cualquier posible tentación, ya fuese de palabra, obra o pensamiento relacionada con el sexo. Y es que para cualquier doncella era fundamental conservar su virginidad y llegar intacta al matrimonio.

Aunque si hacemos caso a la ácida pluma de muchos escritores de la época eran muchas las que alardeaban de ser doncellas pero pocas las que realmente lo eran. Incluso se insinuaba que las mismas doncellas de la corte hacían gala de virtudes que hacía tiempo que habían perdido.

La Fornarina, Rafael Sanzio (1519)
Galería Nacional de Arte Antiguo, Roma.
Era una virtud tan preciada por la sociedad que las leyes castigaban con severidad a los causantes de su pérdida, así que desflorecer a una doncella también tenía sus peligros, ya que el hombre podía ser objeto de denuncia por robarle la virginidad a una mujer. Por lo que el peligro de cárcel o galera, sólo podía evitarse casándose con la mujer o pagándole a la familia de la mujer una buena suma de dinero para paliar la mancha familiar.

Pero en esta España de la picaresca y la doble moral no era extraño encontrar casos donde pícaras damas de "intacta" virtud se compinchaban con algún familiar para engañar a algún hombre incauto  y amenazarle con denunciarlo ante la terrible pérdida que había sufrido la cándida joven ante tan desvergonzado e impetuoso hombre, vergüenza familiar que sólo se podía satisfacer con una cuantía económica.

Pero como decimos esto de la virginidad no era un asunto baladí, era tal el grado de libertinaje sexual existente en toda las capas sociales que no era extraño encontrar escrituras públicas donde se confirmaba bajo notario la virginidad de tal o cual doncella antes de contraer matrimonio, especialmente en aquellas casos donde había sospechas de la vida disoluta de la doncella.

Amantes y mancebas.

Claro ejemplo de todo esto era el gran número de mancebas existentes en la sociedad moderna española, hay que entender que el significado de manceba no tiene porqué corresponder sólo a la mujer de vida licenciosa o de profesión poco honrosa, cualquier mujer que tuviese una relación de pareja, incluyendo trato sexual, pero fuera del matrimonio entraba en esta categoría.

Así por ejemplo las mismas criadas solían convertirse en mancebas dentro de la misma casa donde vivía la esposa, por lo que algunos de estos amancebamientos eran tan duraderos como los mismos matrimonios.

Estaba tan extendida esta figura de la manceba que se daba en todos los estamentos de la sociedad, incluso las dignidades eclesiásticas no se privaban de caer en la tentación de la carne, no sólo curas y frailes, sino incluso inquisidores. Pero a pesar de que la figura del clérigo solicitante estuvo duramente perseguida por el Santo Oficio los procesos abiertos fueron numerosísimos.

The procuress, Jan Gerritsz van Bronckhorst, 1638.
Brukenthal National Museum
Así numerosos viajeros extranjeros quedaban sorprendidos ante el desenfreno sexual que se vivía en la corte española, el francés Brunel escribió que "no hay nadie que no mantenga a una querida o que no caiga en las redes amorosas de una prostituta".

Uno de los casos más sonados fue el del conde de Villamediana, don Juan de Tassis, quién se rumoreaba en los mentideros cortesanos que mantenía un romance con la propia reina, doña Isabel de Borbón, por lo que su asesinato en las calles de Madrid vino a acrecentar este posible rumor.

Aunque como bien advertía  Antonio de Brunel en su "Voyage d'Espagne" (Cap. IX) algunas mancebas destacaban por su picardía a la hora de esquilmar a su amado: "No hay hombre alguno que no tenga su dama y no trate con alguna cortesana... Y como no las hay en toda Europa, ni más viva, ni más descarada, y que entienden más bien aquel maldito oficio, cuando llega a caer alguno en su red, lo despluman bellísimamente".

Pero no hay que olvidar las dos principales consecuencias de estos amancebamientos por un lado tenemos la aparición de numerosos hijos bastardos y por otro, la propagación de numerosas enfermedades venéreas, ambas con importantes repercusiones sociales. Por lo que la prostitución y las casas de mancebías eran la solución para dar rienda suelta a esta promiscuidad social.

Dama enseñando el pecho, Tintoretto, S.XVI.
Museo del Prado


Prostitución: De las casas de mancebías a la clandestinidad

No nos detendremos mucho en el fenómeno de la prostitución ya que le dedicaremos un capítulo aparte más adelante. Simplemente apuntar que los prostíbulos o mancebías estaban normalmente situados en una zona concreta de la ciudad estando regulados por ordenanzas públicas. Aunque como ya hemos tratado en numerosos posts el fenómeno de la prostitución muchas veces escapaba del control de las autoridades locales, existiendo todo tipo de prostíbulos y meretrices. Podemos destacar aquella prostitución de carácter ambulante que siempre acompañaba a determinados colectivos (soldados, campañas agrícolas) o hacía presencia en fechas concretas (ferias y mercados)
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Este control por parte de las autoridades, ya fuese real o municipal, corría a cargo del denominado padre o madre de la mancebía, persona encargada de hacer valer las ordenanzas, vigilar la salud y las condiciones de las prostitutas y cobrar las rentas.

Era tal el volumen de ingresos que generaban estas mancebías que no era raro que los locales, cuando no los administradores indirectos de estos prostíbulos fuese alguno de los personajes principales de la ciudad, el ayuntamiento o incluso alguna orden religiosa.

Aunque es precisamente bajo el reinado de Felipe IV cuando se inicia la prohibición reglamentada de la prostitución, ya que bajo la influencia de los jesuitas se intentó impulsar una nueva política moral, para ello promulgó dos Pragmáticas: una en 1623, "Prohibición de mancebías y casas públicas de mugeres en todos los pueblos de estos reynos"; y otra en 1661, "Recogimiento de las mugeres perdidas de la Corte, y su reclusión en la galera". Con ellas, la prostitución entraba a formar parte de la clandestinidad y las 'malas mujeres' eran ahora perseguidas y sancionadas.

Ilustración de 'La Celestina'

Pero como se puede intuir estas medidas no tuvieron un resultado demasiado efectivo, ya que el fenómeno de la prostitución se extendió por todos los rincones de la ciudad. Así Meléndez Valdés denunciaba en 1798 que en Madrid:

 "Abundan por común desgracias a cada paso y donde quiera los objetos de la más vergonzoza prostitución; donde la corrupción impudente camina sin freno tan libre y descocada, insultando a la virtud y decencia pública; donde malogrando la severa vigilancia de V.A., la liviandad, el ocio, la miseria, la infame seducción ofrecen sin cesar al vicio nuevas víctimas, donde mil infelices van día y noche por esas calles brindando a todos con sus sucios y vales favores: donde, en fin, es tan fácil ¡ojalá no lo fuese! sacrificar el vicioso a su sensualidad y lascivo desenfreno"

Por último hablar de otra de las muchas caras de la prostitución, la reflejada en la literatura y las comedias teatrales, la del marido consentido que no duda en hacer la vista gorda ante las infidelidades de su mujer siempre que reciba un beneficio económico. Una figura la del marido proxeneta muy habitual en el mundo de la prostitución desde la edad media como ya vimos en otros post.

Delitos.

Uno de los mejores botones de muestra para entender el libertinaje reinante en esta sociedad es revisar los libros de justicia y ver como las infracciones de la moral sexual dominante son bastante habituales tanto por su cotidianeidad como por el especial eco que adquieren algunos casos, sobre todo en los que hay implicado algún personaje de la Corte que interesa que su carrera sea cortada.

Entre los delitos de carácter moral o sexual más habituales encontramos todos aquellos tildados como relaciones ilícitas, adulterios, concubinatos y amancebamientos. En menor medida, encontramos también casos de violaciones y estupros, procesos por alcahuetería incluso de bestialidad, delito asociado a las clases sociales más marginales y castigado habitualmente con la muerte.

Auto de fe de la Inquisición, Fco. de Goya, 1812-1819.
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid


El 'sexo contra natura', es decir, las relaciones homosexuales entre hombres fue un crimen bastante habitual. Así en la Corona de Aragón donde el tribunal de la Inquisición tenía plenos poderes para juzgar los delitos de sodomía se contabilizaron entre 1540-1700, 791 casos en Zaragoza, 453 en Barcelona...

Por último señalar que en una infidelidad el marido engañado por su mujer podía ejercer la justicia por su cuenta, siempre que sorprendiera a los amantes "in fraganti". Para ello necesitaba a un testigo y tenía que matar a ambos. El honor llevaba a cumplir con la condena pero la razón llevaría a más de un marido engañado a volver la cara hacia otro lado.

La Bendición, Simeon Chardin.
1740. Museo del Louvre. Paris.
Mujer

Para concluir este amplio resumen sobre el sexo y la moral en la España del siglo XVII vamos a analizar brevemente el papel de la mujer en la sociedad.

La mujer estaba en una situación de total dependencia respecto al varón, que debía ser su valedor y protector. Esta situación venía refrendada tanto por la legislación civil, basada en el derecho romano y canónico, como por la Iglesia que defendía esta situación de subordinación tanto en el púlpito como en el confesionario.

Y no hay que menospreciar la influencia de la Iglesia en este aspecto, ya que normalmente la figura del confesor era de gran importancia en la vida de las mujeres... Así varios eclesiásticos nos definen el papel de la mujer ideal: San Carlos Borromeo sugiere que una dama debe cumplir con "el horario estricto, la oración continua, el recogimiento y la paciencia", por su parte Fray Luis de León también retrató el ideal de la mujer en su obra 'La perfecta casada', una obra donde se esgrimía que la buena católica debía ser modelo de decencia, honestidad y pudor.

Con todo ello podemos adivinar que la mujer estaba por entero circunscrita al hogar y al cuidado de la familia y su hogar, debiendo completa dedicación a su marido. Por otro lado, la mujer era la depositaria del honor de la familia, una valor este del honor de gran consideración en la sociedad del Antiguo Régimen, por lo que una mujer infiel o una mujer que no llegase virgen al matrimonio suponía no sólo una grave afrenta hacia ella misma, sino también hacia toda su familia y la sociedad en general.


Bibliografía

Deleito y Piñuela, José.  “La mala vida en la España de Felipe IV”.  Madrid. Alianza. 2005.

Rodríguez Sánchez, A.;  Hacerse nadie: sometimiento, sexo y silencio en la España de finales del siglo XVI, Editorial Milenio, 1998

Vázquez García, F. y Moreno, A.; Sexo y Razón. Una genealogía de la moral sexual en España (siglos XVI-XX), Akal, 1997.

Francisco Vázquez García / Andrés Moren; Poderes y prostitución en España (siglos XIV y XVII). El caso de Sevilla.

[En Internet]

 http://maestradesociales.wikispaces.com/Grupo+4.+Las+mujeres+durante+la+Edad+Moderna

http://cvc.cervantes.es/literatura/criticon/PDF/069/069_035.pdf


http://www.uv.es/dep235/PUBLICACIONS_III/PDF20.pdf

http://www.madridvillaycorte.es/personajes-doncellas-mancebas.php


1 comentario:

  1. Tanto honor que se suponía que debían mantener los hombres y el peso de tal privilegio recaía en la mujer.
    Interesante artículo.
    Felicidades.

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