sábado, 26 de septiembre de 2015

Bayas: La costa del pecado, una Ibiza de época romana


Aunque el concepto de vacaciones y veraneo lo solemos asociar a nuestra forma de vida contemporánea, a las clases aristocráticas romanas también les gustaba pasar el verano lejos de la sucias, calurosas y ruidosas ciudades romanas, por lo que no eran pocas las familias que se retiraban a fastuosas villas veraniegas situadas por toda la costa italiana.

Entre todos estas zonas de veraneo destacó una región, que ofrecía todo aquello que cualquier rico personaje pudiera desear: clima soleado, paisajes de belleza indescriptible y unas aguas termales que permitían tomar reconstituyentes baños terapeúticos... aunque si por algo pasará a la posteridad esta pequeña localidad es por la vida alegre y desenfrenada que allí se llevaba, ya que sus banquetes y fiestas nocturnas alcazaron tanta popularidad que algunos autores no dudaron en tacharla de ser tan pecaminosa como la misma ciudad de Roma.

Y es que Bayas o Baia, situada al sur del golfo de Pozzuoli, en una zona conocida como Campos Flégeros, muy cercana a la ciudad de Nápoles, se puede considerar la 'Ibiza' de época romana. Fue el lugar elegido para veranear entre lo más granado la sociedad romana, incluyendo algunos emperadores como Nerón y Adriano, y es donde, los más ricos patricios romanos, construyeron grandes y lujosas villas marítimas, decoradas con la más bellas expresiones artísticas. Incluso cuenta la leyenda, que el emperador Calígula creó un puente de barcas entre la cercana localidad de Pozzuoli y Bayas para acortar la distancia entre las dos ciudades.

Campos Flegreos: Monte Nuovo, Lago Averno y Lago Lucrino.

Nada mejor para describir la belleza de este singular paraje que las propias palabras del escritor latino Casiodoro: “En resumen, aquel que tiene la suerte de poder pasar una temporada de paz en Baia, se cree transportado en medio de los tesoros de Neptuno. Las termas están perfectamente acondicionadas, pero el mejor médico es la naturaleza. En cuanto a la belleza, la costa de Baia, sobrepasa el mar del Coral y el océano Indico

Aunque para nuestra desgracia gran parte de sus restos se encuentran bajo las aguas del Mediterráneo, y es que el paso del tiempo y los movimientos sísmicos han ido sumergiendo progresivamente sus costas, convirtiendo esta localidad en un auténtico tesoro para los amantes del turismo submarino.

 Bayas. Vista aérea de ruinas submarinas.


Un poco de historia...

La historia de esta localidad se remonta a la colonización griega de la zona, que fundaron la próspera ciudad de Cumas a escasos kilómetros de las costas de Baya. Esta localidad situada en una región de gran actividad volcánica fue famosa por albergar un famoso oráculo al que se accedía por la famosa Cueva de la Sibila.

Aunque no fue hasta el siglo III a.C., cuando las costas de Bayas empezaron a cobrar gran protagonismo, seguramente por el descubrimiento de las propiedades terapeúticas de sus aguas termales, por lo que pronto se construyeron las primeras caldas alrededor de sus manantiales. Así Tito Livio, en el 176 a.C., ya nos habla de las propiedades medicinales de sus aguas, denominándolas Aquae Cumanae.

Vista general desde las termas de Bayas.

Pero habrá que esperar hasta el siglo I a.C, una vez que Pompeyo limpió estas costas de piratas, para que Bayas se convirtiese en un auténtico resort de lujo, construyéndose alrededor de su balneario espléndidas villas veraniegas. Con la llegada del Imperio esta localidad se convertirá en la residencia de verano de numerosos emperadores, siendo Augusto el principal impulsor para la construcción de unas fastuosas termas que convertirán a Bayas en el lugar de recreo veraniego por excelencia entre las familias más pudientes de la sociedad romana.

Por último recordar que Bayas nunca fue una verdadera ciudad (se asemejaría más a uno de nuestros actuales complejos hoteleros de cualquier ciudad costera) por lo que siempre estuvo bajo el control administrativo de la cercana Cumas, aunque en su época dorada, obtuvo el privilegio de ser nombrado municipio.

 ... con algo de relax...

Una vez que ya hemos viajado a la costa de Bayas podemos hacer un ejercicio de imaginación y ponernos en la piel de un rica familia romana y un día cualquiera del verano del 51 d.C.

Podemos empezar el día con un paseo por estos bellos parajes montañosos; para después disfrutar de una merecida jornada de reposo en las esplendidas instalaciones termales de Bayas, donde aparte de las reconstituyentes aguas termales, sus salas de masajes o sus saunas, uno podía perderse entre sus jardines, fuentes y estanques, disfrutar de un libro en alguna de sus salas de lectura o tonificar el cuerpo en su gimnasio.

Los días más calurosos la diversión se trasladaría a la playa, donde los juegos con pelota se alternarían con refrescantes baños, como bien nos muestra la famosa pintura mural de 'Las bañistas"de la Villa del Casale (Sicilia).

Mujeres en bañador jugando a la pelota.
Villa del Casale, Sicilia.

A la hora de la cena se sucederían las actividades de carácter más lúdico: recitales de poesía, eróticos bailes al son de la música y suntuosos banquetes, a cada cual más espléndido e imaginativo, todo ello en un ambiente de cierta relajación moral, y donde el vino terminaría por convertir muchas de estas cenas en auténticas bacanales.

... y mucho sexo.

La fama de Bayas fue tal que numerosos autores latinos escribieron, no sólo de la belleza de sus paisajes, o de las propiedades de sus aguas termales, sino especialmente del libertinaje que allí reinaba, donde cualquier cosa era posible:

El más claro testimonio sobre el desenfreno sexual que imperaba en estas fiestas nos lo proporciona Marco Terencio Varrón, en sus 'Sátiras' nos advierte que "No sólo las solteras se convierten en mujeres públicas, sino que también los ancianos vuelven a comportarse como los jóvenes y muchos mozos se transforman en mozas".

Es decir, Bayas era un lugar donde hasta la mujer más casta y severa podía llegar a perder las formas, como bien nos indica Marcial en uno de sus Epigramas (I, 62), donde hasta la más casta de las mujeres podía perderse en el amor, y fugarse con algún jóven y bello muchacho:

"La casta Levina, en nada inferior a las antiguas mujeres sabinas / y que era más rígida que su rigidísimo marido, / mientras pasaba de los brazos de Lucrino a los de Averno / y a menudo se solazaba con las aguas de Bayas, / cayó en el fuego del amor: abandonó a su marido / y huyó tras un joven. / Así pues, llegó Penélope y se marchó Helena".


Mosaico romano.

Y es que Ovidio al repasar en su Ars Amatoria (I, 253-258) los mejores lugares para ligar, no puede dejar de recordar las hermosas playas de Bayas y sus famosos manantiales, aunque las miradas furtivas, los flirteos y los juegos amatorios pueden acabar con más de un corazón roto:

 "Me resulta imposible decirte los mil lugares para la caza de mujeres. Sería más fácil contar la arena de la playa. Piensa en Bayas, la hermosa, en el amplio mar que ciñe Bayas y en sus manantiales que humean vapores de azufre. Más de uno, marchándose de allí con el corazón herido, dijo: ¡Estas aguas no son tan saludables como se dice!"

Los autores más moralistas no dudaron en denunciar Bayas como un "lugar de perversión en el cuál la gente se inicia en toda clase de vicios”, tal como la describió Séneca. Al igual que Cicerón que la consideraba un lugar de vicio y perdición denominándola como la "pusilla Roma", es decir, una Roma en miniatura.

Para finalizar os dejamos con esta pasaje de las 'Elegías' de Propercio, donde el autor nos habla nuevamente de los "peligros" que acechan a las mujeres en las playas de Bayas,  donde jóvenes apasionados aprovechan el entorno idílico para seducir a castas jovencitas, y donde las tentaciones son tantas que es casi imposible no ceder a los impulsos de Venus:

 “Cythia ¿todavía piensas un poco en mí, mientras en la costa de Bayas te solazas en el paseo de Hércules? ¿Todavía queda para mí algún rinconcito de tu corazón o el rival, fingiéndo un gran amor, ya te ha seducido?.
Antes de perder el tiempo escuchando las palabras halagadoras de otro hombre, blandamente extendida encima de la playa tranquila- así es como las muchachas sin vigilancia pierden su virtud y olvidan sus juramentos- paséate en barca por el lago Lucrino.

No creas que no te conozco; la fama de tu virtud está sólidamente establecida, pero el lugar en el que te encuentras, cada amorío es una trampa […] Márchate lo antes posible de Bayas, la pervertida; esta costa que fue funesta para tantas mujres, será fatal a un gran número de parejas enamoradas. ¡Ah! ¡Ojalá los baños de Bayas, insulto hecho al amor, desaparezcan para siempre!


Conclusión

A pesar de que gran parte del yacimiento está sumergido, el visitante que tenga la suerte de darse un paseo por el parque arqueológico de Bayas aún podrá comprobar el esplendor pasado de este lugar. Ya que la inmensidad de sus ruinas, un complejo laberíntico formado a través de diferentes aterrazamientos,  y el silencio que habita hoy en día entre sus piedras, azota nuestro espíritu, transmitiéndonos una sensación de pequeñez ante la grandiosidad de lo que un día fue este complejo termal.



Bibliografía

Alberto Angela, Amor y sexo en la Antigua Roma, La esfera de los  libros, 2012

Jean-Noel, R.; Eros romano: sexo y moral en la Roma antigua, Ed. Complutense, 1999.

 http://www.viatorimperi.com/index.php/baia

 http://grupobonadea.blogspot.com.es/2013/08/baia-templo-de-lujuria-y-pecado-en-la.html

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