viernes, 31 de octubre de 2014

Sexo e Islam


AMOR

Dentro de la cultura árabe la importancia del amor es incuestionable, buena prueba de ello es la diversidad léxica existente para describir la palabra amor. Encontramos más de 50 palabras que definen la palabra amor, algunas de ellas, introducen pequeños matices o características según el tipo de amor, ya sea apasionado, o casto, o puro, etc. Esta gran riqueza semántica es muestra de alto conocimiento que tuvo la cultura islámica sobre el concepto del amor y el gran nivel y exquisitez que alcanzaron sus poetas en su período de mayor esplendor.

Nuestro poeta cordobés, Ibn Hazm, en su tratado 'El collar de la paloma', fue el mejor entre los poetas árabes en tratar el tema del amor. En su libro nos explica que de todos los placeres creados por Allah amar y ser amado es la mayor felicidad posible:


Uno de los aspectos del amor es la unión amorosa que constituye una sublime fortuna, un grado excelso, un alto escalón, un feliz augurio; más aún: la vida renovada, la existencia perfecta, la alegría perpetua, una gran misericordia de Dios."
- Ibn Hazm, 'El collar de la paloma'


SEXUALIDAD

A diferencia de la cultura cristiana, en el Islam, la sexualidad, siempre que se atenga a unas reglas estrictas no es ninguna clase de tabú. Y es que la sexualidad ocupa un lugar destacado entre los versículos del Corán, describiendo la génesis de la vida como un si fuera un acto de amor físico.

El Islam concibe el sexo como un don divino, y su práctica no es algo indecoroso, incluso se puede decir que es equiparable a cualquier otro acto piadoso como la limosna o la oración. Y es que si Allah hizo de este acto, algo agradable, uno está legitimado a disfrutar de él. Por lo que para la religión musulmana el sexo no sólo tiene como fin la procreación, sino que uno también es libre de buscar el placer para conseguir la armonía sexual y por consiguiente su propia armonía espiritual.

Aunque es importante señalar la importancia que tiene el sexo dentro del matrimonio, ya que la armonía de la comunidad se consigue a través del amor conyugal. Es decir, desde el primer momento, se buscó que esta mentalidad 'abierta' respecto al sexo se aplicase únicamente dentro del matrimonio, por lo que practicar sexo fuera del matrimonio era un grave pecado.

El adulterio y sexo entre una pareja no casada ni en concubinato legal era duramente castigado. El derecho sunní lo puede llegar a castigar con la lapidación si son musulmanes, y con cien latigazos si no son musulmanes o con cincuenta sin son esclavos.

Pero en este punto nos encontramos una importante contradicción: Si el sexo sólo puede darse dentro del matrimonio, todos aquellos que por su condición social, económica, profesional (soldados), o simplemente por desequilibrios demográficos, no pueden ejercerlo dentro de esa institución caen en esta contradicción entre el norma moral y religiosa y la realidad social.

Todo esto hizo que prácticas condenadas por el ley islámica, como la prostitución o las prácticas homosexualesfueron aceptadas en las sociedades de Oriente Medio desde época medieval. La prostitución, aunque condenada por algunos imanes religiosos, siempre fue bien vista por las autoridades, ya que representaba no sólo una constante fuente de ingresos económicos sino también un medio de facilitar la paz social.

MATRIMONIO

“Casad a aquellos de vosotros que no estén casados, y a vuestros esclavos y vuestras
esclavas”

El matrimonio dentro del Islam es una obligación piadosa, en el derecho islámico se ve la institución del matrimonio como un acto de carácter, muchas veces, obligatorio. Una de las premisas fundamentales para el matrimonio es que la mujer llegase virgen al matrimonio, para ello tras la consumación del matrimonio se mostraba a los asistentes el pañuelo o las sábanas con la mancha de la sangre de la esposa. Si la mujer no era virgen se consideraba un gran deshonor para la familia, por lo que el matrimonio se anulaba inmediatamente.

Aunque según la clase social del matrimonio otros factores podían entrar en juego a la hora de contraer nupcias: su religión, su condición de libre o esclava, su fortuna, el linaje familiar, profesión, etc. En el aspecto religioso, destacar que una mujer musulmana sólo se podía casar con un varón de su misma religión, mientras que en el caso contrario, un hombre musulmán podía casarse con una mujer libre que fuese cristiana o judía (ya que estas religiones son aceptadas dentro del Corán), por lo que el matrimonio con una mujer de cualquier otra religión estaba prohibido así como casarse con un esclava que no fuese musulmana.

CONCUBINATO

Interior de un harem.
La institución del concubinato se justifica por el deseo sexual tan voraz que tiene el hombre musulmán, incluso el propio Mahoma fue ejemplo de hombre de gran virilidad y ardor sexual. Así que para que el hombre musulmán no altere la paz de la comunidad buscando nuevas mujeres fuera de su hogar, dentro de la cultura islámica se fue desarrollando la institución del concubinato, siempre que las pudiesen mantener y no descuidando a su esposa principal.

La figura de la concubina siempre fue muy apreciada por los musulmanes, ya que al tratarse, por lo general de mujeres de costumbres más libertinas, tenían un mayor dominio de las prácticas amatorias, siendo en muchos casos auténticas especialistas en algunas ramas del conocimiento, ya fuese música, poesía, danza,... convirtiéndose de esta manera en las favoritas del marido.



MUJER

La imagen de la mujer, en las tres grandes religiones occidentales, se puede decir que ha estado siempre asociada a su gran apetito sexual. A esta imagen contribuyó la literatura con todo tipo de poemas y narraciones donde la mujer se muestra como un ser libertino y pasional, incluso muchas veces directamente relacionada con el diablo, con el mal. Y es que en la teología islámica el diablo es el ser más ligado con la sexualidad, utilizando para ello a la mujer como un ser que puede arrastrar al hombre a su perdición, a desviarse de su amor legal, mediante el uso de sus encantos femeninos (o diabólicos).

Por poner sólo un ejemplo, vemos como el jurista granadino Abd al-Malik Ibn Ḥabîb consideraba que la mujer andalusí tenía el deseo sexual más desarrollado que el hombre.

Diosa Allāt sobre camello.
Taif, Arabia Saudí. 100 a.C.
El porqué de estas asociación de la mujer con el mal, daría para un largo debate, pero en resumen podemos decir, que dentro del Islam, esta asociación se hace por el rechazo a las antiguas religiones preislámicas de claro carácter femenino, como el culto a las diosas Al-Lât, Al-Uzzâ y Manât.

Así vemos numerosos ejemplos tanto en las palabras de Mahoma como en versículos del Corán donde se ataca directamente a la figura de la mujer, acusándola de todo tipos de males. Y es que la figura de la mujer ha sido un chivo expiatorio recurrente ante cualquier adversidad desde factores climatológicos adversos hasta las derrotas frente a Israel.

Testimonios no faltan, desde la palabra del propio Mahoma: “me puse a las puertas del Infierno. La masa que entraba en él era de mujeres". Hasta la visión maligna que hace el Corán de la menstruación de la mujer: “Es un mal. Apartaos de las mujeres durante la menstruación y no os acerquéis a ellas hasta que estén puras

En resumen, podemos decir que el hombre es representado como un ser racional, mientras que la mujer como un ser pasional y emocional, por lo cual es necesario controlar su sexualidad desbordante para el bien de la comunidad. La sexualidad se puso al servicio del orden patriarcal, convirtiéndose la familia patriarcal en la institución social básica.

MISOGINIA

¿Es misógino el Islam?  Si, ya que ciertas lecturas tanto del Corán como de los Hadices de Mahoma, contienen un claro matiz misógino, aunque también podemos encontrar visiones positivas sobre la figura de la mujer en el mundo árabe islámico, sobretodo en lo referente a la complementariedad de ambos sexos, elemento que se puede leer en varios capítulos del Corán; aunque parece claro que el mensaje que ha prevalecido es el de la jerarquía del hombre sobre la mujer.

Haren Mongol. Miniatura.
Arte popular.
Y es que al igual que en la tradición judeo-cristiana, Dios creó primero al hombre y de él surgió la mujer, por lo que desde el principio de la creación el hombre está situado por encima de la mujer.

Dentro del matrimonio la sumisión absoluta de la esposa al marido es una realidad incuestionable, ya que el Profeta también dijo: “Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros.Venid, pues, a vuestro campo como queráis […]”. Estas palabras sirven de justificación para esta situación de clara dominación, incluso en los contratos matrimoniales se podía especificar si la mujer podía salir de casa o recibir visitas.

Así podemos ver que desde el inicio del Islam se recogen numerosos testimonios de carácter misógino, como el del Imam Alí, casado con Fátima, la hija de Mahoma, al que se puede considerar como uno de los primeros y más claro misóginos y antifeministas del Islam:

¡Oh hombres! No obedeced nunca y de ninguna forma a vuestras mujeres. No les pidáis
nunca su opinión acerca de nada, incluso en cuestiones de vida cotidiana (…) Son sin religión
cuando solas, están abandonadas a sí mismas; sin piedad ni virtud cuando se trata de
sus deseos carnales."

Otro ejemplo lo tenemos en el Imam Al-Yawsi que asimila lo femenino con el diablo, ya que toda mujer es fuente de tentación, por lo que hay que evitar a toda costa estar a solas con una mujer desconocida, ya que te puede empujar a caer fácilmente en el pecado.

Un hecho histórico que empeoró al condición social de la mujer, fue la conquista por parte de los árabes del Oriente, ya que adoptaron algunas de las prácticas culturales de bizantinos y sansánindas, como la de la segregación y reclusión de las mujeres, apartándolas de cualquier actividad pública o política.

Sherezade.
Aunque lo que más nos puede sorprender es que la mayor igualdad entre hombre y mujer se de en el terreno puramente sexual, ya que tanto el Corán como diferentes textos jurídicos, nos hablan de la obligación de vivir en una situación de igualdad dentro de los deberes sexuales matrimoniales. El marido debe respetar a su esposa, e incluso en casos de poligamia, debe seguir satisfaciendo a su mujer.

Incluso, nos puede sorprender más, que acostumbrados a escuchar las terribles noticias sobre ablación en numerosos países musulmanes, la mayoría de médicos árabes hablaban de la necesidad de que la mujer llegase al orgasmo como remedio para mejorar su salud, tanto física como mental. Recomendado a sus maridos recurrir a la masturbación si fuese necesario, ya que con esto se conseguiría una mayor sintonía con la pareja.

HOMOSEXUALIDAD


El Sah Abás y un paje. M. Qasim.
Museo del Louvre.
Las relaciones sexuales en las sociedades islámicas históricas han venido representadas por criterios de dominación y subordinación, como en muchas de las sociedades antiguas vistas hasta ahora en este blog. Es decir, los modernos criterios de identidad y orientación sexual no se pueden aplicar a este tipo de sociedades de carácter ‘guerrero’, ya que en estos casos suelen regirse por valores de dominador/dominado.

Así el acto sexual viene definido por la importancia de lo masculino, pero también está definido por el juego de roles entre dominador (hombre musulmán libre) y dominado, casi siempre perteneciente a una clase social inferior: esposas, concubinas, prostitutas y esclavas; pero también elementos masculinos de rango inferior como esclavos, prostitutos, incluso jóvenes, ya que al no ser todavía hombres no perdían su virilidad.   

Es decir, como ocurría en la antigüedad clásica, las relaciones homoeróticas venían marcadas por la importancia de asumir el rol activo y no el pasivo. Esto no quita, que estas prácticas fuesen consideradas pecaminosas, pero al ser realizadas por la clase dominante y al no afectar al orden social poco importaban lo que hiciesen en su intimidad.

Incluso los hombres afeminados (mujannats), aunque perdían su respetabilidad eran ampliamente tolerados e incluso en muchas cortes eran muy valorados por sus capacidades artísticas.

Aunque nos adentraremos en posteriores post en este tema, ya hemos mencionado que la poesía árabe de carácter homoerótico fue muy abundante, pudiendo leer en muchos poetas más expresiones de celebración hacia el amor masculino que hacia las mujeres. Uno de los poetas árabes más universales, Abu Nuwas, era abiertamente homosexual, e incluso en su libro más conocido 'Las mil y una noches' podemos ver numerosas referencias hacia el amor homosexual:
Ilustración de un libro de las "Mil y una noches".
"Me parece ¡oh jeque!, que eres de los que prefieren los jovenzuelos a las mujeres". Mi amigo sonrió, y dijo: "¡Así es!" Ella preguntó: "¿Y por qué? ¡oh jeque!" [...] "me concederás, ¡oh mi señora! que nada en la mujer puede compararse a las perfecciones de un joven hermoso, a su talle flexible, a la finura de sus miembros, al conjunto de colores tiernos que hay en sus mejillas, a la gentileza de su sonrisa y al encanto de su voz. Por cierto que para ponernos en guardia contra una cosa tan evidente, nos dice el propio Profeta: ¡No prolonguéis vuestras miradas sobre los mozuelos sin barba, porque tienen ojos más tentadores que los de las huríes"
- Las mil y una noches.


Por último, y como siempre repetimos, las conductas éticas y morales, y su consiguiente permisividad, fueron variando a lo largo de la historia en los diferentes reinos e imperios que surgieron a partir de la expansión del Islam. 



BIBLIOGRAFÍA

- Álvarez de Morales, C.; La sociedad de al-Andalus y la sexualidad, Actas del Congreso "Conocer Al-Andalus, Perspectivas desde el Siglo XXI", Sevilla, 2010, pp. 43-73.
- Benlabbah, F.; Breve léxico del amor en el Islam en Lo Apolíneo y lo Báquico en las tres culturas, Coord. Jiménez Cano, Murcia, 2009.

- Tornero Poveda, E.; Teorías sobre el amor en el mundo árabe medieval, Siruela, 2014.

- Ruiz-Almodóvar, C.; Mujer y sexualidad en el mundo musulmán, Universidad de Granada.

[En Internet] 

Dunne, B. Poder y Sexualidad en Oriente Medio en http://www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/n%BA58%20Mar.08/PoderSexualidadOrienteMedio.html


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